Nuestra segunda entrevistada es Esther Morales. Forma parte de la Banda como flautista desde el año 1996. Nos cuenta que la Banda le ha aportado valores muy sólidos e importantes, comenzando por la amistad. Y, por encima de todo, el amor por la música, aprender a respetarla, conocerla, sentirla y vivirla.
Una banda en la que ha visto cómo el número de mujeres y su importancia en ella ha ido aumentando con el paso de los años y en donde no deja de aprender y formarse en cada ensayo y sentir cómo ese compromiso forjado hace que seas un miembro importante del motor de la música. Ese compromiso es el que inculca a sus alumnos en las escuelas de música donde trabaja.
Comenzó en la música por casualidad y ahora afirma que siente pasión por ella. Se muestra positiva y cree que pasada esta situación la Banda saldrá adelante y que, poco a poco, volveremos a ser la Banda que siempre hemos sido.
Esther, participas muy activamente en el día a día de la Banda y la primera pregunta es obligada, ¿Cómo estás viviendo estos meses sin actividad? ¿y ahora que se acercan las fiestas de Santa Cecilia?
Son meses muy complicados. Llegan los viernes por la noche y no me hago a la idea de estar en casa. Asistir a los ensayos de los viernes me suponía salir de casa a las 14.30 para trabajar, comer un bocadillo en el coche camino a Criptana, llegar directa al ensayo y vuelta a casa sobre las 00:00. Sin embargo, hoy en día, lo que daría por volver a esos viernes, encontrarme con mi gente, escuchar atentamente al maestro Juanjo y hacer música juntos.
Ahora deberíamos estar con esos nervios e ilusión para preparar nuestro concierto de Santa Cecilia y los actos correspondientes a la fiesta. Es triste pensar que este año no podremos honrar a nuestra patrona con los actos habituales o ver a todos los compañeros una vez más haciendo el "tetris" en el teatro para poder sumar un nuevo reto como cada año y conseguir estar todos colocados.
¿Por qué decidiste empezar a estudiar Música? ¿Qué recuerdos tienes de aquella Academia?
La verdad es que fue un poco por casualidad. Una amiga del colegio me comentó que iba a ir al Conservatorio y yo me animé a ir con ella. El primer año cursamos Preparatorio y al año siguiente mi amiga dijo que no seguía, que no le había gustado. Yo me encontré en la tesitura de hacer lo mismo que ella o continuar. Menos mal que cogí la segunda opción, y eso que no sabía que a partir de ese momento todo cambiaría: mis amigos, mis prioridades en mi tiempo libre y, sobre todo, mi pasión por la música.
Cuando yo comencé a formar parte de la banda en el año 1996, la Academia estaba situada en la calle Pío XII, un lugar donde muchos hemos pasado horas y horas haciendo música y disfrutando de ella con palabras mayúsculas. Tengo un recuerdo muy entrañable de aquel lugar, empezando por sus sillas: unas verdes, otras amarillas, otras blancas... y, si llegabas tarde, te quedabas con la silla más incómoda; también sus salas, incluyendo la del archivo, con un olor a tradición y respeto.
En aquella Academia no sólo disfrutábamos haciendo música, sino también fiestas. Comidas donde no podía faltar el vino y el sifón y el plato estrella del maestro Falín: ensalada de repollo con tomate. También hacíamos nuestras fiestas nocturnas los jóvenes y no tan jóvenes en fechas señaladas como Santa Cecilia o en los Mayos. Son recuerdos muy bonitos que seguro todos tendremos presente en nuestras vidas.
Ejerces como profesora de flauta travesera en Criptana y en otras localidades ¿en qué momento se encuentra la enseñanza musical actualmente?
Cuando yo comencé mis estudios musicales en el Conservatorio, había pocas opciones de extraescolares. Hoy en día tienes un gran abanico de posibilidades para elegir. La diferencia es que la mayoría de ellas solo te acuerdas a la hora de ir a clase porque no supone trabajo extra semanal, pero la música es muy diferente. No solo consiste en ir a clase, sino un trabajo en casa continuo a lo largo de la semana y, si no se hace de esta forma, llega la desmotivación y el estancamiento. Al principio del curso es algo que a los padres les explico porque tienen que ser conscientes de ello. Pero una cosa está clara: el que sigue adelante es porque realmente le gusta y disfruta con la música.
Volviendo al origen ¿Cómo recuerdas tu primera Santa Cecilia?
Fue allá por el año 1996 y entramos (o salimos, como decimos aquí) dos flautas y dos trompas. Todo empezó cuando un día el maestro Falín le dijo a mi madre que si quería formar parte de la Banda. Cuando mi madre me lo contó a mí me sonó muy grande... la verdad es que no me veía formando parte de algo tan importante, con un colectivo de personas tan "famosas" para mí. El primer ensayo con la banda para tocar nuestro pasacalles fue cargado de nervios e ilusión. Cuando Falín pronunció nuestros nombres me tembló hasta la última pestaña y al salir de la sala, los chistidos a los cuatro "pelusos” me dejaron la cara del color del tomate más maduro, ¡qué vergüenza pasé con 16 años!
Llegó el día del concierto en el teatro y ¡ahora estaba yo arriba! Al día siguiente, la misa y el posterior pasacalles para visitar las casas de los nuevos músicos. Recuerdo que mi tío José, antiguo músico de la banda, me regaló un CD de varios conciertos de Mozart para flauta y mi familia y amigos me escribieron dedicatorias en unas tarjetas. Todos los vecinos salieron de sus casas al escuchar a la Banda cuando iba encaminándose hacia la calle Reina Victoria. Y allí esta yo, más soñando que despierta, viendo a toda mi gente alrededor y a la que ya era mi Banda de Música tocando en la puerta de mi casa, en ese que era mi momento.
Te falta poco para cumplir 25 años en ella ¿Qué te ha aportado la Filarmónica Beethoven a lo largo de estos años?
La Banda me ha aportado valores muy sólidos e importantes, comenzando por la amistad: aquí he encontrado grandes amigos con los que compartir buenos y malos momentos.
Importante también el respeto por los compañeros, desde el más joven al más veterano, y que se traduce en puntualidad, paciencia, escucha y espera. El compromiso que supone ser miembro de una banda como la nuestra y no una banda fantasma que aparece y desaparece. No sólo pertenecemos a la banda en Santa Cecilia, sino en cada uno de los ensayos que asistimos en los meses de enero o de febrero cuando menos actividad hay, pero que la banda no deja de aprender y formarse en cada ensayo y sentir cómo ese compromiso forjado hace que seas un miembro importante del motor de la Música.
Y, por encima de todo, el amor por la música, aprender a respetarla, conocerla, sentirla y vivirla. Tengo la suerte de haber aprendido muchas cosas en la vida a partir de la música y siempre le estaré agradecida de las cosas que me ha enseñado.
¿Cuál considerarías que ha sido uno de los mejores conciertos de la Banda? Y para ti, ¿un momento que recuerdes especialmente?
Tengo muchos buenos conciertos en la mente: el Certamen Nacional de Zarzuela de Madrid en 2001 con el maestro Falín, el Word Music Contest de Kerkrade en 2009 o el concierto en Auditorio de Zaragoza en 2013... pero si me tengo que quedar con uno solamente, sería el que vivimos en el Certamen de Bandas de Música de Valencia el 20 de julio de 2013 con Miguel Romea como director. Dentro de que fue un concurso, y ello implica mucha responsabilidad y tensión, viví y sentí la música en ese momento por cada centímetro de mi cuerpo como pocas veces en la vida me ha pasado.
Cuando interpretamos Agüero al comienzo de nuestra intervención, sentía cómo todos los músicos estábamos conectados. Si a todo esto le sumas el bonito broche final del día alcanzando el primer premio en la categoría primera, sobran las palabras.
¿Qué obra es la que más te ha gustado interpretar o que recuerdas con especial cariño?
El pasodoble Molinos de Criptana del maestro Manuel Angulo, Agüero de José Franco Ribate, La Consagración de la Primavera de Stravinsky... o nuestro pasodoble "marca de la casa" Limiñana de Bernardo Gómez que tantas veces hemos interpretado. Sus notas suenan a verano, reencuentros, alegría, nostalgia... y hacen que nunca nos cansemos de tocarlo y vivirlo como lo que es, una tradición y un recuerdo por todos aquellos miembros que antes que nosotros han ido disfrutándolo cada verano y ya no están con nosotros pero al escucharlo, los sentimos muy cerca .
Pero si me tengo que quedar con una sola obra y un solo momento, será con el que vivimos en la ciudad de Kerkrade en el año 2009 interpretando la maravillosa obra de Joaquín Turina "Sinfonía Sevillana". Los sentimientos que nos unían como si todos fuéramos una sola persona, dando lo mejor que cada uno tenemos dentro y mirar los ojos de los compañeros llenos de entrega e, incluso, alguna que otra lágrima, no lo olvidaré jamás.
Tú, junto con otros compañeros, ayudáis a la Junta Directiva siendo encargados de vuestra cuerda ¿consideras importante esta coordinación?
Sin duda, cuando tienes una banda tan numerosa como la nuestra, tienes que delegar en algunos miembros para comunicar y controlar situaciones. Es todo un acierto contar con un miembro de cada cuerda como enlace entre la Junta y tus compañeros de cuerda, más aún cuando en la banda somos 170 músicos.
El sistema es muy sencillo de esta forma, la Junta trabaja mucho para que esta coordinación siga adelante y mis compañeros flautistas me lo ponen muy fácil, aunque a veces haya que insistir un poco para esperar respuesta de todos, pero puedo presumir de tener una cuerda comprensiva y comprometida con su banda y con el proyecto que la Junta lleve adelante.
Actualmente formáis parte de la Filarmónica Beethoven un total de 67 mujeres, ¿Cómo has visto el papel de la mujer dentro de la Banda?
En los veinticuatro años que llevo en la banda he visto cómo el número de mujeres ha ido creciendo considerablemente, cosa que me parece fenomenal. Cuando entré, casi podíamos contarnos con los dedos de las manos, y pocas de aquellas continúan hoy día. En mi opinión es porque el papel de la mujer va muy ligado al de madre y ahí vienen una serie de complicaciones en cuanto a la compatibilidad con una participación activa.
En mi caso, tengo un hijo con cuatro años y, aunque siempre he contado con la ayuda de mi marido o familiares para poder asistir al máximo de actos de la banda, comprendo que hay veces que es complicado compatibilizar pero no tiene que ser excusa para dejar de intentarlo.
Pensando en cuando esta situación termine ¿Cómo ves el futuro de la Banda?
Creo que esta situación de la Covid-19 nos ha dejado a todos bastante tocados. Son momentos muy duros donde a algunos las restricciones impuestas y cambiantes nos privan de cosas que nos hacen felices, como es la rutina de ir a los ensayos y compartir música con nuestros compañeros.
Pero soy positiva y creo que pasada esta situación, sea cuando sea, de la mano de nuestro director Juanjo, la banda saldrá adelante y poco a poco seremos la banda que siempre hemos sido y se merece.
Para finalizar esta entrevista, como bien sabes muchos chicos y chicas hoy en día deciden tocar la flauta travesera, lo que ha provocado que haya un elevado número de flautistas en la Banda y que en la Santa Cecilia del 2019 tu instrumento no pudiera ofertarse a nuevos educandos ¿Cómo ves esta situación?
Efectivamente la flauta es un instrumento muy demandado y solicitado. Antiguamente llegabas a la Academia y te daban el instrumento que en ese momento el Maestro creía conveniente para consolidar su banda. Pero hoy en día puedes elegir el instrumento que prefieras, no tanto en el Conservatorio como sí en las Escuelas de Música, con lo que los flautistas siguen creciendo y, llegado el momento de entrar en la banda, se hace un ‘tapón’. Actualmente en la Filarmónica somos 20 flautas y es complicado que se sumen más, lo que, para muchos alumnos, es frustrante y terminan por dejar el instrumento.
Es un tema complejo del que todos tenemos que tomar conciencia y nos exige un mayor compromiso porque, la oportunidad que tú tienes de formar parte de la Banda no la tiene todo el mundo. Hay que aprovecharla.
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