Volvemos a publicar en nuestro blog, y dada la proximidad del mes de la Música en Campo de Criptana, vamos a publicar durante este mes artículos de programas de Santa Cecilia de hace algunos años.
Comenzamos con el programa de Santa Cecilia del año 2004, un año especial ya que se trataba del primer concierto de dicha festividad de nuestro anterior director, Miguel Romea. Rescatamos de ese programa un artículo titulado "Asignaturas pendientes" escrito por Ángel Luis Cobos, director de la Escuela de Música, donde recordaba la figura de José María Beltrán y hacía un análisis de la situación de la Escuela en aquellos años. Sin más dilación, les dejamos con el escrito:
Llega Noviembre y de nuevo estamos ante los preparativos de nuestra fiesta, la fiesta de nuestra patrona Santa Cecilia.
Y como es preceptivo, llega el momento en el que se incorporan a las filas de la Filarmónica nuevos educandos, formados en su cantera, esa cantera inagotable que año tras año va dando los frutos de renovación y continuidad, necesarios para que nuestra entidad perdure.
Llegadas estas fechas, preludio de la Navidad, recuerdo siempre con agrado, y no sin cierta nostalgia, aquellas en las que nos preparábamos para ingresar en la banda de la mano de nuestro maestro, D. José María Beltrán, al que muchos de nosotros recordaremos siempre con especial cariño, respeto y gratitud, hombre de gran carácter y con una sensibilidad especial para la música, que pasó los veinticinco últimos años de su vida haciendo cantera para la banda, encerrado en un cuarto sin más medios que un atril, un lapicero y una estufa de butano, sin pedir nada a cambio, ejerciendo una labor silenciosa pero efectiva, completamente altruista. Una labor que el público no aplaude porque no se ve.
Durante veinticinco años formó a una gran parte de lo que hoy es la banda de música, luchó por mantener viva la cantera, vital e imprescindible para su continuidad, nos animó a muchos de nosotros a seguir estudiando y los que así lo hicimos pudimos constatar que la base de formación que de él recibimos fue fundamental.
Por él no han corrido ríos de tinta en alabanzas, agasajos y peloteos. Por él no se han llenado teatros, ni se han solicitado condecoraciones. Por él no se han dicho discursos ni se han propuesto medallas. Y lo mereció. Aunque a él le importaba un pimiento todo eso, ya que intelectualmente sobrevolaba muy por encima de vanidades, envidias y enredos.
Lo mereció porque estuvo un cuarto de siglo haciendo banda. Calladamente. Lo mereció porque además de sus enseñanzas como músico y como ser humano nos transmitió algo por lo que esta institución se encuentra en deuda con él: "pasión por la Banda". Lo mereció porque, influenciados por él, nuestra mayor ilusión y nuestro principal objetivo como educandos era debutar en la banda, y que ésta ocupara un lugar preferente en nuestras vidas. Lo mereció porque su influencia positiva sobre nosotros fue fundamental a la hora de dar continuidad a la escuela, de seguir creando cantera y formando a futuros profesionales.
Ha pasado el tiempo y en consecuencia las cosas han cambiado, han evolucionado. Las escuelas de música, integradas ya por profesionales,han experimentado en los últimos años un notable desarrollo y crecimiento. Han llegado a convertirse en los principales focos de fomento de la cultura musical en los pueblos mediante la constante creación de aficionados, la formación de cantera para las bandas y la preparación para el acceso a estudios reglados de aquellos que aspiran a hacer de la música su profesión.
Prueba de ello lo constituye el hecho de que existe ya una normativa que regula la creación y funcionamiento de éstas. Y la nuestra no puede estar ausente a esta evolución.
La escuela se encuentra en este momento entre las mayores de nuestra región en función de la cantidad de población con una matrícula de 227 alumnos y 18 profesores de 15 especialidades diferentes, que trabajan con gran ilusión y muy escasos de recursos por el mantenimiento y constante evolución y mejor de este proyecto que constituye un proceso de desarrollo educativo y cultural de nuestro pueblo, en el que se encuentran implicadas un gran número de familias que continuamente nos muestran su apoyo y confianza.
Ante la magnitud del proyecto y la transcendencia cultural que aporta, se hace necesaria y urgente la colaboración y ayuda de las instituciones como principales impulsoras de la cultura y la educación y mucho más en una actividad con tanto arraigo y que tanta afición despierta en nuestro pueblo como es la música.
Ángel Luis Cobos Fernández
Director de la Escuela de Música
Fiestas de Santa Cecilia 2004
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