En la entrevista, de la cual solo hemos conseguido un pequeño fragmento de la edición digital, Rafael, "Falín" , nos cuenta alguna anécdota de su paso por dicha banda. Les dejamos con la entrevista:
Rafael Calonge, director de la banda de Música de Ciudad Real
(1975- 2008)
(1975- 2008)
Era prácticamente imposible que Rafael Calonge (Campo de Criptana, 1930) no se dedicara a la música y que no inoculara luego esa pasión a sus siete hijos y nueve nietos.
Extrovertido, simpático y dicharachero, cuenta que formó parte durante 60 años de la banda de su pueblo, los últimos 20 como director, y que en sus 33 años al frente de la Banda de Música de Ciudad Real dirigió 450 conciertos en la Talaverana, los jardines del Prado y el teatro Quijano.
Se confiesa un enamorado de los clásicos (Beethoven, Mozart, Haendel, Falla, etc) y de la copla española, «una música que tiene duende y hay que escuchar con mucho cariño, te engancha».
Hoy, olvidados ya los innumerables viajes a Ciudad Real, en los que según cuenta cubrió más de medio millón de kilómetros, pasa el tiempo con su mujer cantando zarzuela en la residencia de las Hermanas de los Ancianos Desamparados del Sagrado Corazón de su pueblo. Él, tenor, y ella, soprano, se enamoraron en un escenario, entre romanza y romanza, protagonizando La fuerza del amor, hace años y ahí siguen.
Rafael Calonge Campos nació en 1930 en Campo de Criptana y a los seis años empezó sus estudios de primaria ingresando en el Grupo Escolar del Pozohondo, «hoy Sagrado Corazón», apunta con la espontaneidad que le caracteriza para, a renglón seguido, recordar con mucho cariño a sus dos primeros maestros, «don Rafael Gómez y don Ramón Selas», y, de una manera especial, a «don José María Iser, quien me hizo cantar sobre una mesa de su clase, a la que yo no pertenecía, las dos canciones de moda de una película que acababa de estrenarse en Madrid Al son de la Marimba y Frenesí», dice riendo abiertamente para, de seguido, canturrear las mismas canciones.
Posteriormente, gracias a unas becas creadas por el Ayuntamiento, empezó el Bachillerato elemental en el colegio Teresiano de la Villa de los Molinos, sin poder cursar estudios superiores «porque mis dos hermanos mayores tenían que casarse y había que preparar para el trabajo al último varón que quedaba con la madre y las dos hermanas, ya que tuve la enorme desgracia de perder a mi padre cuando sólo contaba trece años», explica.
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